El gigante danés Orsted registra pérdidas multimillonarias y pone en cuestión el futuro de la eólica marina a nivel internacional

Los altos costes, la variabilidad política y regulatoria y el impacto ecosocial están siendo factores determinantes en la crisis en el sector de los proyectos offshore / Ian Paterson

8.10.2023

La empresa acumula en 2023 históricas mermas que rozan el 40% con una importante corrección a la baja de sus previsiones de beneficios debido a las dudas sobre la rentabilidad de algunos de sus proyectos offshore en unos hechos que apuntan al pinchazo de la burbuja especulativa de este tipo de renovables. Tan solo en Estados Unidos, la multinacional ha perdido 2.000 millones de dólares.

La principal instaladora de parques eólicos marinos del mundo experimenta serios problemas y hace entrever que esta tecnología no es todo lo rentable que algunos esperaban. Los inversores tienen su parte de responsabilidad, pues una de las principales razones por las que los proyectos de energía eólica marina resultan poco atractivos es su alto costo inicial de desarrollo dado que este tipo de planes industriales implican una serie de desafíos de carácter técnico-logístico que hacen que los costos sean significativamente más altos que los proyectos terrestres (onshore). En cualquier caso, los problemas con la cadena de suministro y la subida de los tipos de interés han inflado los costes en un 30% tomando como referencia los niveles de 2019.

Otro factor que está contribuyendo a las multimillonarias pérdidas económicas de Orsted y otras empresas del sector son los problemas técnicos y de mantenimiento porque las turbinas eólicas marinas están expuestas a condiciones ambientales extremas como fuertes vientos, salinidad y corrosión, todos ellos condicionantes que limitan la eficiencia y la vida útil de los aerogeneradores, que requieren un mantenimiento y reemplazo frecuentes en comparación con los terrestres, lo que también necesita de una mayor cantidad de recursos disponibles.

Según los datos aportados por la consultora Wood Mackenzie, y que recoge el portal Energías Renovables el problema radica, ante todo, en la inversión, ya que a nivel mundial la posibilidad de alcanzar la instalación anual de 80 gigavatios de eólica marina requeriría más de 100.000 millones de dólares por ejercicio, lo que directamente se antoja como "imposible" teniendo en cuenta los bajos márgenes existentes y la incertidumbre sobre el calendario de proyectos.

Porque de hecho, la incertidumbre regulatoria y política también es otra de las claves, sobre todo valorando que las políticas energéticas y las regulaciones varían de un país a otro, lo que puede afectar a los incentivos financieros y a los márgenes derivados de la generación de energía renovable. Además, los cambios puntuales y repentinos en las políticas y los subsidios pueden afectar a la rentabilidad de los proyectos y dificultar su planificación a largo plazo, con procesos de permisos y licencias que pueden complicarse y alargarse en el tiempo, lo que agrega un coste adicional a este tipo de iniciativas empresariales.

Por último, los factores geográficos, climáticos y de manera especial los socioambientales también influyen sobremanera en la rentabilidad de los planes de eólica marina. Por supuesto, no todos los lugares son adecuados para la instalación de proyectos offshore pues algunas zonas pueden tener vientos inconsistentes o condiciones marinas demasiado adversas, lo que afecta a la eficiencia y producción del recurso energético. Pero más allá de su rentabilidad está el impacto ambiental y social de los mismos.

En este sentido, el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) ha advertido en su último informe que "no se han evaluado adecuadamente los efectos medioambientales y socioeconómicos de la rápida expansión prevista" de estos sistemas de generación eléctrica .

Para el TCE el auge de las renovables marinas y especialmente de la eólica, que es que se está instalando a nivel mayoritario, plantea un "dilema ecológico" pues, de una parte, esta fuente es importante para la transición ecológica de la UE, pero su desarrollo "puede dañar el medio marino". Por eso, "aunque la estrategia de la UE trata de reconciliarla con la biodiversidad", consideran que la Comisión "no ha valorado sus posibles consecuencias medioambientales", tales como el desplazamiento de especies y los cambios estructurales de las poblaciones, la disponibilidad de alimentos o los patrones de migración, por citar solo algunos ejemplos. En general, alerta el Tribunal, "los auditores temen que la expansión por Europa de la energía renovable marina sea perjudicial para el medio marino, tanto por debajo como por encima del nivel del mar".

En la misma línea ha llegado la advertencia de la comunidad científica o de instituciones de referencia como la Fundación Cousteau. Un reciente estudio científico realizado por un equipo interdisciplinar de cuatro universidades y el ICM-CSIC apela al Principio de Precaución y recomienda excluir la eólica marina de la Red Natura y las áreas protegidas

La Fundación Cousteau también ha alertado que este tipo de proyectos no están exentos de tener impactos negativos sobre el medioambiente apuntando a diferentes estudios que alertan, entre otros factores, de "la posible pérdida de biodiversidad, la destrucción de los hábitats, el aumento de contaminantes y la proliferación de especies invasoras en los ecosistemas marinos durante las fases de construcción, operación y desmantelamiento de los parques eólicos".

Luego, por supuesto, están las comunidades afectadas, pues la eólica marina ha desatado un rechazo social sin precedentes en áreas litorales de todo el mundo. A nivel estatal, entidades como la Plataforma Stop Macroparc Eòlic Marí o Salvem l'Empordà, que luchan contra la instalación de megaproyectos en la Costa de Girona, o grupos como Stop Parque Eólico Mar de Ágata en Almería, o en el noroeste la Sociedade Galega de Historia Natural, la Asociación de Defensa Ambiental Salvemos Cabana o la Federación Ecoloxista Galega también han alzado la voz contra este tipo de instalaciones industriales. "No se puede pretender solucionar un problema como el cambio climático provocando otros a la misma escala, con impactos inasumibles sobre los ecosistemas marinos y las actividades económicas con una industria que por otra parte necesita de los combustibles fósiles y materiales no reciclables para su funcionamiento y construcción" -critican-.

Para los miles de familias que dependen de la actividad pesquera tradicional en la zona cantábrica, el Mediterráneo, Andalucía o Canarias, por su parte, la lucha contra la eólica marina es una batalla por la supervivencia al considerar que los proyectos offshore en las zonas planteadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) "no con compatibles con los usos existentes" ni, en casos como el del norte de la península ibérica, "con la escasa plataforma continental" que "difiere totalmente" de otras zonas donde se ha implantado la eólica marina como el Mar del Morte o el Mar Báltico. A su juicio, la implantación de este tipo de proyectos tal como se ha diseñado en los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) "puede afectar muy negativamente a la riqueza biológica de una zona privilegiada que sostiene la actividad pesquera sostenible y decenas de miles de puestos de trabajo directos e indirectos, proporcionando además alimento de calidad a la población", razón por la que han elevado el caso al Tribunal Supremo con el respaldo de expertos en ordenación marina de la Universidade da Coruña (UDC).

En conclusión, son muchos los factores que desafían la rentabilidad y por ende la viabilidad de los proyectos de eólica marina, aquejados de un alto coste de inversión, problemas técnicos y de mantenimiento, alto nivel de incertidumbre política y otros parámetros de índole ecosocial lo que apunta a que la burbuja de los proyectos offshore a nivel internacional podría estar tocando a su fin.