El director de la Cátedra 'Océanos y Salud Humana' sobre la eólica marina en el golfo de Roses (Girona): "los científicos deben poder investigar libremente y los gestores de la clase política deben respetar la independencia de sus resultados"

Cadaqués, en la Costa Brava, es una de las localidades afectadas por proyectos de eólica marina / Joaquín Aranoa

1.7.2023

En un consistente artículo de opinión publicado en prensa gallega, el Dr. Josep Lloret, investigador de la Universitat de Girona y responsable del proyecto BIOPAÍS alerta de que el intenso debate sobre la instalación de macroparques eólicos marinos está generando unas circunstancias que en el caso catalán han derivado en "insultos, presiones injustificadas, acusaciones y difamaciones infundadas e intentos de descrédito", unos "efectos colaterales" que tendrían que estar al margen de "cualquier sociedad democrática mínimamente madura".

Para el científico es fundamental encontrar "soluciones equilibradas" para mitigar y adaptarse al cambio climático, pero siempre teniendo como referente la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las personas, dando voz a la sociedad local afectada por cualquier proyecto que se implemente en un área concreta.

Lloret recuerda que en zonas como Cataluña, que junto con Galicia es una de las zonas donde el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) ha contemplado el desarrollo de la eólica marina, el atreverse a ser crítico desde una perspectiva científica por el potencial impacto medioambiental y social de estos proyectos puede salir muy caro y derivar en "insultos, presiones injustificadas, acusaciones y difamaciones infundadas e intentos de descrédito", dado que "algunas personas estan dispuestas a lo necesario para hacer realidad sus intereses particulares, a menudo con el visto bueno y la connivencia de las esferas de poder, que directamente colaboran o prefieren mirar hacia otro lado" situando el bien común "en un segundo término", un comportamiento irracional de individuos influyentes en la esfera política, empresarial, social e incluso académica pero "científicamente ignorantes en lo que se refiere a las ciencias marinas" que "atacan cuando los resultados de los estudios no encajan con sus deseos y objetivos particulares".

El especialista recuerda que el trabajo de los científicos "es simplemente aportar los mejores resultados y datos posibles, caso por caso, para que las autoridades competentes puedan finalmente decidir de forma objetiva". Por ese motivo y "aunque sopla un viento de mil demonios y hay una necesidad apremiante de realizar la transición energética, los científicos deben poder investigar libremente, sea en los mares catalanes o gallegos, y los gestores deben poder esperar los resultados de los estudios científicos independientes, más allá de los de impacto ambiental realizados por las empresas energéticas" garantizando de este modo "una transición energética justa y bien hecha, basada en la ciencia, que no vaya en contra de la biodiversidad ni de los lugareños", concluye.