"La industria eólica nos echa de los pueblos": El mundo rural se cita en Santander para decir no a los megaproyectos energéticos de las multinacionales

Unas 500 personas participaron en la marcha que recorrió las calles de Santander / Asamblea "Contra viento y marea"

23/8/2021

Bajo la convocatoria del colectivo "Contra viento y marea", el 21 de agosto casi 500 personas provenientes de los valles cántabros, la comarca de las Merindades de Burgos y la montaña Palentina se dieron cinta en la capital para manifestar su rechazo a la instalación de aerogeneradores en los cordales montañosos.

Cartel de la convocatoria

Las y los manifestantes pidieron la anulación de todos los permisos de parques eólicos que a día de hoy están tramitándose en Cantabria, convocando al grupo en la Plaza de las Estaciones, donde numerosos trenes de cercanías de FEVE y RENFE llegaron repletos de activistas portando malestas y enseres, en muchos casos vistiendo sus trajes tradicionales y escenificando el despoblamiento que puede acarrear la implantación de este tipo de proyectos energéticos en las áreas montañosas del territorio cántabro. Además, al acto se unieron muchos habitantes de Santander y otras zonas de la región, recorriendo junto a los convocantes las calles de la capital reclamando "una Cantabria interior viva y con opciones de futuro".

Para el grupo convocante "muchos son los hechos contrastados" que demuestran la inviabilidad de este tipo de proyectos eólicos, que además "acarrearían una merma brutal en la actividad económica y social en los territorios afectados" como "la práctica desaparición de cualquier negocio turístico, la pérdida de valor patrimonial de casas fincas y cabañas" o "la pérdida de bienestar y calidad de vida" que conlleva la actividad de los parques eólicos por los "potentes y constantes ruidos de aspas y rotores, las luces intermitentes de posicionamiento, amplificados por el eco en los valles o las nubes", así como la afectación a la agricultura o a la ganadería tradicional por los cambios en el uso del suelo y las restricciones de pastos, entre otros, limitando severamente además las actividades de ocio en la naturaleza por el impacto de los aerogeneradores de entre 150 y 200 metros de alto y todas las infraestructuras eléctricas de evacuación.

"El diablo del viento amenaza tu valle. Actúa" /
Plataforma en Defensa de los Valles Pasiegos 
El colectivo rechaza que esto "se disfrace de desarrollo rural" dado que a lo anterior hay que añadir "los irreversibles efectos sobre el entorno natural" con "montes cosidos de grandes pistas", impactos inasumibles sobre la biodiversidad, graves afectaciones sobre manantiales, y el patrimonio subterráneo que suponen las cuevas cántabras, reconocidas entre las mejores del mundo.

UN MODELO ENERGÉTICO INSOSTENIBLE

Para la Asamblea "Contra viento y marea", "no existen hechos contrastados" que avalen a nivel científico que el desarrollo tecnológico vaya a traer mejoras que permitan mantener el actual modelo energético transformándolo a un modelo eléctrico pues con los datos en la mano "ni los procesos industriales ni la movilidad de personas y mercancías puede mantenerse con electricidad ni por la fuente energética que precisa ni por el exponencial incremento que supondría de otros materiales ya de por sí escasos" como determinados metales o las tierras raras, de las que cada aerogenerador necesita centenares de kilos, algo que dispara el coste real de estos proyectos.

Maleta de uno de los participantes en la marcha de protesta
contra el descontrol eólico en Cantabria /
Plataforma en Defensa de los Valles Pasiegos
Por otra parte, sostener un modelo completamente electrificado implica "seguir quemando combustibles fósiles para mantenerlo". Por eso -según el colectivo- "no viene para asegurar nuestro bienestar" sino que "se pretende implantar externalizando todos sus problemas a costa de las zonas periféricas", que son las que tendrán que asumir "los costes económicos, sociales y ambientales".

Para la entidad solamente cabe una interpretación posible, que es la que enfrenta la sociedad civil ante la nueva burbuja financiera que únicamente repartirá grandes dividendos entre las grandes constructoras y las multinacionales energéticas a costa de ahogar al mundo rural hipotecando "aún más" el porvenir de las futuras generaciones.