"Como sociedad debemos madurar el modelo energético que queremos" (Entrevista a Ernesto Díaz, coordinador de la Plataforma en Defensa de la Cordillera Cantábrica)

Imagen de la Montaña Palentina, en pleno corazón de la Cordillera Cantábrica / Wikimedia Commons 

15.11.2020

Asturiano y amante de las montañas y todo lo que significan, el coordinador de la Plataforma en Defensa de la Cordillera Cantábrica (www.cordilleracantabrica.org) contesta a rebeldes.info desde el convencimiento de que el actual proceso de descarbonización en el que la sociedad se halla inmerso no puede llevar asociado la inmolación de los últimos grandes espacios vírgenes de la península ibérica. Más ochenta entidades de todo el país respaldan ya el manifiesto "Aquí NO". Y la presión individual y colectiva en defensa de la naturaleza más prístina va en aumento.

P: Históricamente embalses y líneas de alta tensión han supuesto un riesgo para la conservación del paisaje y la biodiversidad de las montañas del norte de la península. ¿Qué nuevas amenazas enfrenta la Cordillera Cantábrica en nuestros días?

R: Los embalses quizá suponen el impacto más llamativo, además por los muchos ejemplos conocidos como Riaño, Vegamián, Barrios de Luna o los del norte palentino. Muchas de estas instalaciones, además de ocupar una enorme superficie, generan daños irreversibles en los bosques y valles y alteran los ecosistemas fluviales de montaña. Y no hay que olvidar que en muchos casos se hicieron sepultando en el olvido decenas de pueblos y cientos de vidas. Lo grave sin embargo es que sigamos cada pocos años con la amenaza de nuevos proyectos, como en el caso de Caliao, en Asturias, lo que se traduce en que da la impresión de que poco hemos aprendido de aquellas primeras barbaridades.

Las líneas de alta tensión son otro de los lastres que tenemos en la cordillera -todos recordamos el megaproyecto de Lada-Velilla, y por supuesto toda la red creciente que se adivina con los nuevos proyectos de aprovechamiento energético, que se sumarían a los ya existentes. Además de todo ello, no debemos de olvidar otros enquistados desde hace décadas, como la minería a cielo abierto, y que van desde las pizarreras en las comarcas Valdeorras y O Courel a grandes canteras con casos sangrantes como los de la montaña burgalesa, sin olvidar las cicatrices dejadas por la minería del carbón en Laciana (León), y en la cuenca asturiana del Narcea.

Un dato poco conocido, sin embargo, es que el triángulo formado por el oriente gallego, el occidente asturiano y el noroccidente leonés y zamorano conforma uno de los puntos de mayor concentración de incendios forestales de Europa, y todo a pesar de ser uno de los enclaves más húmedos de la península. En gran porcentaje, tal y como demuestra el análisis de las propias administraciones públicas, se trata de fuegos intencionados.

Por último están las nuevas amenazas, como la elevadísima red de pistas forestales que están siendo pagadas con fondos estructurales de la Unión Europea y una creciente presión turística que va desde el absurdo fomento de las estaciones de esquí, soportadas en muchas ocasiones con presupuesto público, en una situación climática cada vez más cálida y con nieves irregulares y fuera de cota, hasta la completa falta de planificación en el uso del ocio en los espacios naturales protegidos, que incluyen decenas de eventos poco adecuados para estos enclaves como carreras de montaña, raquetadas o competiciones MTB, la aberración de seguir matando lobos en el siglo XXI...en fin, podríamos seguir, pero en este momento nuestra preocupación se centra en la amenaza de implantación de parques eólicos a gran escala que se vendrían a sumar a los ya existentes. 

P: ¿Cuál es el objetivo del manifiesto "Aquí NO"?

R: Vivimos en una cordillera pequeña, muy humanizada, con entornos humanos próximos en su zona de influencia que suman cientos de miles de personas. Que la Cordillera Cantábrica haya llegado hasta nuestros días en un aceptable estado de conservación en una Europa industrializada y urbanizada es casi milagroso; un lugar en el que viven osos y lobos junto a un elenco de fauna espectacular, con unos bosques valiosísismos -aunque cada vez más amenazados- y con un patrimonio geológico sobresaliente, que es además un reducto húmedo y verde en un territorio tan meridional como el de la península ibérica. Teniendo todo esto en cuenta, la Cordillera Cantábrica debería ser un capricho a mimar.

Sin embargo, lejos de su protección, se nos viene encima una avalancha de varios cientos de complejos de aprovechamiento eólico con todo lo que arrastran además de enormes aerogeneradores: pistas de acceso que quedan abiertas de por vida -dando acceso a enclaves muy frágiles como son las cuerdas de las montañas-, subestaciones, líneas de evacuación, líneas de alta tensión...No podemos condenar estas montañas con más elementos que violenten su biodiversidad y paisaje. Porque la Cordillera ha dado agua, energía, biomasa y minerales durante décadas. Por eso es hora de decir "basta". Es en este contexto en el que nace la campaña "Aquí NO", con el respaldo hasta el momento de más de 80 entidades conservacionistas y vecinales de todas las comunidades del norte peninsular y muchas nacionales. Porque la implantación de las renovables debe realizarse bajo estrictas medidas de planificación territorial y de evaluación global, y por eso reclamamos el papel del Ministerio de Transición Ecológica como garante del cumplimiento de esos dos pilares: planificación y evaluación. No decimos "NO" a las renovables, sino que decimos "NO" a su implantación en enclaves sensibles, porque la Cordillera Cantábrica es un sistema natural de extrema fragilidad, y por ese motivo debe ser excluída de este tipo de aprovechamientos energéticos. 

P:¿Cómo entendéis desde la Plataforma en Defensa de la Cordillera Cantábrica que debería ser el proceso de transición energética  hacia las renovables?

R: Las prisas no son buenas para casi nada, como dirían nuestras abuelas. No hemos terminado de cerrar las centrales térmicas -desde As Pontes hasta Velilla del Río Carrión, desde el Narcea hasta La Robla-, y se pretende ahora llenar de aerogeneradores la mitad norte del territorio -y de plantas fotovolcaicas la otra mitad-. En la franja norte -desde Navarra hasta las costas atlánticas gallegas-, tenemos actualmente 6.000 aerogeneradores repartidos en varios cientos de complejos eólicos, algunos ya enclavados en zonas de alto valor ambiental y paisajístico. Creemos, en primer lugar, que debe primar la instalación de renovables en la proximidad a los grandes centros de consumo urbano e industrial, que no están precisamente en enclaves montañosos; creemos que deberían primarse las pequeñas instalaciones locales y facilitar y fomentar el autoconsumo; creemos que como sociedad debemos madurar el modelo energético que queremos y todo porque se trata de decisiones a largo plazo. Las renovables suponen una oportunidad, pero también hay que tener perspectiva y observar cual es la huella en origen e todo esto: los aerogeneradores contienen elementos ("tierras raras") que salen de algún sitio, en la mayoría de casos de explotaciones situadas a miles de kilómetros, lugares además donde están generando en muchos casos gigantescos problemas socioambientales; los aerogeneradores consumen ingentes cantidades de materiales (acero, hormigón) y para colmo son muy complejos de reciclar, tal como está sufriendo Alemania en sus propias carnes, ya que existen auténticos vertederos de piezas de los que nadie se responsabiliza en cuanto a retirada y reciclaje, y ahí entra el problema de los futuros desmantelamientos...¿qué vamos a hacer dentro de 50 ó 60 años si se implementan otras fuentes de generación? ¿quién va a desmantelar los miles de complejos eólicos? Y otro tanto podríamos decir de las instalaciones fotovolcaicas. En definitiva, y volviendo al principio, no conviene apresurarse, algo que por desgracia está sucediendo en este momento pues esto es como si te haces un tatuaje con el nombre de una pareja con la que luego tienes una ruptura, y al final lo arrastras de por vida y es muy complicado -si no imposible- de eliminar.

P: ¿Es el decrecimiento la aternativa al abuso de los grandes megaproyectos eólicos y energéticos? 

R: Claro, en todo esto subyace la prisa por mantener las economías. Es un poco como lo que está sucediendo con la pandemia del coronavirus: existen contagios en lugares públicos, pero si los cerramos hay problemas económicos. Sin embargo, tenemos que tender a decrecer, no nos queda otro remedio porque los recursos de la naturaleza son finitos.

Estamos agotando las reservas de gas y petróleo, no tenemos cobre suficiente en el planeta para fabricar los millones de coches eléctricos a los que aspiran las grandes compañías, hemos llegado a alterar capas de la atmósfera a base de expulsar gases industriales...si te paras a pensarlo todo esto es de una magnitud que pone los pelos de punta. Y mientras tanto la ciencia, alertándonos desde hace décadas que hay que preservar las escasas zonas vírgenes a nivel de naturaleza que quedan, que son poquísimas, y aquí pretendemos llenarlas de aerogeneradores.

P.: Hablar de la Cordillera Cantábrica es hablar de algunos de nuestros mejores valles de montaña, ¿qué nos aportan estos grandes espacios? 

R: Uno de los últimos reductos salvajes que nos quedan en Europa. Las montañas, los valles y los bosques son una inspiración para el ser humano, y también nos aportan belleza y determinación, que son valores intangibles.

P: La naturaleza como legado a las nuevas generaciones, ¿solidaridad o compromiso?

R: Me gusta más el recorrido y significado de la palabra solidaridad. Los compromisos muchas veces se agotan, otras vienen impuestos por tradiciones, modas o tendencias. La solidaridad sin embargo es un sentimiento primigeio, algo que arrastramos o deberíamos arrastrar como especie. Personalmente, como ecologista y activista por el medio ambiente creo que me impulsa un principio solidario. Además, es el momento de mostrar toda esa solidaridad toda vez que venimos de derrotar al planeta, de agotar muchos de sus recursos y de arrinconar a la naturaleza. Por primera vez la humanidad tiene la oportunidad de mostrar ese valor solidario e intentar arreglar lo que se ha venido deshaciendo.