Las tierras agrícolas en desuso actúan de manera activa como sumideros de carbono y pueden ser una de las claves en la lucha contra el cambio climático

Los científicos han descubierto que las tierras agrícolas abandonadas pueden acumular carbono orgánico en el suelo a un ritmo del 2,3% anual / Creative Commons

23.7.2023

Un nuevo trabajo científico arroja luz sobre el papel histórico y potencial futuro de los paisajes post-agrícolas (PAL) en pro de la descarbonización.

Dirigido por el investigador Stephen Bell durante su estancia en el ICTA-UAB, este trabajo destaca el importante potencial de secuestro de carbono del global de los paisajes post-agrícolas (PAL), como las tierras agrícolas abandonadas. Por ejemplo, en un estudio anterior centrado únicamente en España, los autores descubrieron que las tierras agrícolas abandonadas pueden acumular carbono orgánico en el suelo a un destacable ritmo del 2,3 % anual.

 Publicado en la revista Nature Communications, el trabajo subraya la urgente necesidad de mejorar nuestra comprensión de los paisajes post-agrícolas como sumideros de carbono cruciales. Esta llamada a la acción se debe a dos razones fundamentales expuestas por los investigadores. En primer lugar, los PAL se encuentran de manera indistinta en regiones agrícolas de todo el mundo, lo que las hace globalmente relevantes a escala global en los esfuerzos por mitigar el cambio climático. En segundo lugar, estos paisajes, a menudo desprovistos de carbono debido a años de prácticas agrícolas perjudiciales, poseen un inmenso potencial de recarbonización. Para ello, se centran principalmente en las crecientes reservas de carbono del suelo, por considerarlas más permanentes que las de la vegetación.

Para avanzar en la comprensión de estos campos de cultivo abandonados, los investigadores señalan la necesidad de abordar las incertidumbres espaciales y temporales. Las incertidumbres espaciales implican identificar con precisión la ubicación y la duración desde el cese de la agricultura en estas zonas. Las incertidumbres temporales abarcan la comprensión del ritmo, la duración y el potencial total de recarbonización de los distintos tipos de tierras agrícolas en desuso.

La identificación y la cartografía de estos campos de cultivo abandonados plantean importantes retos debido a su naturaleza compleja, a las distintas definiciones y terminologías, y a las apariciones y desapariciones cíclicas a causa de la recultivación. Además, su tamaño relativamente pequeño dificulta su detección mediante imágenes de satélite. La obtención de datos temporales sobre el carbono del suelo mediante un nuevo muestreo de las parcelas resulta, además, costoso y laborioso.

No obstante, los investigadores destacan los alentadores avances en la reducción de las incertidumbres espaciales. La aparición de nuevos productos de teledetección y recursos informáticos mejorados ofrecen vías prometedoras para una cartografía espacial más precisa. Además, el artículo propone un enfoque novedoso para abordar las incertidumbres temporales mediante la recopilación de los datos publicados sobre las cronosequencias de las PAL y el establecimiento de nuevos emplazamientos de campo para una recogida de datos rápida y asequible.

Las implicaciones de esta investigación se extienden a la gestión de la tierra y la mitigación del cambio climático. La identificación de las ubicaciones más adecuadas para los sumideros de carbono en terrenos agrícolas abandonados puede orientar los procesos de toma de decisiones sobre su fomento o prevención, teniendo en cuenta la existencia de intereses contrapuestos como la producción de alimentos y los derechos locales sobre la tierra. Para ello destacan el potencial de las antiguas tierras agrícolas no disputadas, en particular, como zonas recarbonizadoras.

Esta publicación subraya el papel fundamental que desempeñan las tierras post-agrícolas en la mitigación del cambio climático al actuar como sumideros vitales de carbono”, resume Stephen Bell, investigador que realizó el estudio durante su estancia en el ICTA-UAB, y durante una estancia en el Lab César Terrer en el MIT.

"A lo largo de su historia, la agricultura ha extraído más carbono del suelo en todo el mundo que todo el carbono emitido por Estados Unidos desde la revolución industrial. Las tierras agrícolas abandonadas representan algunos de los únicos casos en los que el carbono del suelo se ha restaurado de forma significativa, pero necesitamos cuantificar mejor este proceso”, indica Bell, quien actualmente es investigador postdoctoral en el LSCE-CEA en París. "Si mejoramos el conocimiento de estos paisajes, podremos tomar decisiones informadas para maximizar su potencial, al tiempo que equilibraremos otras necesidades sociales. Las conclusiones del equipo de investigación allanan el camino hacia estrategias más eficaces de gestión de la tierra ante un clima cambiante”, concluye.